terça-feira, 30 de dezembro de 2014

... Agradeciendo y Celebrando el año de 2014 y Recibiendo con alegria el año de 2015 ! ... Felicidades Mujeres Liiindas !



CAPÍTULO 16
La pestaña del lobo

Si no sales al bosque, jamás ocurrirá nada
y tu vida jamás empezará
No salgas al bosque, no salgas —dijeron ellos.
¿Por qué no? ¿Por qué no tengo que salir al bosque esta noche? —preguntó ella.
En el bosque habita un enorme lobo que se come a las personas como tú. No salgas al bosque, no salgas por lo que más quieras.
Pero, naturalmente, ella salió al bosque y, como era de esperar, se encontró con el Lobo, tal como ellos le habían advertido.
¿Lo ves? Ya te lo decíamos —graznaron.
Eso es mi vida, no un cuento de hadas, zopencos —replicó ella—. Tengo que ir al bosque y encontrarme con el lobo; de lo contrario, mi vida jamás podrá empezar.
Pero el lobo que ella encontró había caído en una trampa, se le había quedado la pata prendida en un cepo.
¡Socorro, auxilio! ¡Ay, ay, ay! —gritaba el lobo—. ¡Socorro, ayúdame y te daré la justa recompensa! —añadió.
Porque eso es lo que hacen los lobos en los cuentos de esta clase.
¿Y cómo sé yo que no me vas a hacer daño? —le preguntó ella, pues su misión era hacer preguntas—. ¿Cómo sé yo que no me matarás y me dejarás reducida a los puros huesos?
Mala pregunta —dijo el lobo—. Tendrás que confiar en mi palabra.

Y el lobo reanudó sus aullidos y lamentos.
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
Sólo hay una pregunta
que merece la pena hacer, hermosa doncella,
¿dóooonde está
el
almaaaaaa?
Oh, lobo, voy a correr el riesgo. ¡Vamos allá!
Abrió la trampa, el lobo sacó la pata y ella se la envolvió con hierbas medicinales y plantas.
Oh, gracias, dulce doncella, mil gracias ——dijo el lobo, lanzando un suspiro.
Pero, como había leído demasiados cuentos que no debía, ella exclamó:
Bueno, ahora ya puedes matarme, anda, terminemos de una vez.
Pero no fue eso lo que ocurrió. En su lugar, el lobo alargó la pata y se la apoyó en el brazo.
Soy un lobo de otro tiempo y lugar —dijo. Y, arrancándose una pestaña del ojo, se la entregó diciendo—: Úsala y procura ser sabia. De ahora en adelante sabrás quién es bueno y quién no lo es tanto. Mira a través de mi ojo y lo verás todo con claridad.


Por dejarme vivir,
te ofrezco vivir
como jamás en tu vida has vivido.
Recuerda que sólo hay una pregunta
que merece la pena hacer, hermosa doncella,
¿dóooonde está
el
almaaaaaa?

Y así la doncella regresó a la aldea,
alegrándose de estar viva.
Y esta vez cuando ellos le dijeron,
“Quédate aquí y cásate conmigo“,
“Haz lo que te digo”,
o “Di lo que yo quiero que digas,
pero que todo quede tan en secreto
como el día en que viniste”,
la doncella tomó la pestaña del lobo
miró a través de ella
y vio sus motivos
tal como jamás los había visto.
Y la vez en que
el carnicero pesó la carne
ella miró a través de la pestaña del lobo
y vio que pesaba también su pulgar.
Y miró al pretendiente
que le decía “Soy el que te conviene“,
y vio que no le convenía para nada.
Y de esta manera y muchas más
se salvó
no de todas
pero sí de muchas
desgracias.

Pero, además, con esta nueva visión, no sólo vio al astuto y al cruel sino que el corazón se le hizo inmensamente grande, pues miraba a las personas y las volvía a calibrar gracias al don que le había otorgado el lobo al que ella había salvado.
Y vio a los que eran verdaderamente buenos
y se acercó a ellos,
encontró a su compañero
y permaneció a su lado todos los días de su vida,
percibió a los valerosos
y se acercó a ellos,
captó a los fieles
y se unió a ellos,
vio perplejidad por debajo de la cólera
y se apresuró a disiparla,
vio amor en los ojos de los tímidos
y se inclinó hacia ellos,
vio sufrimiento en los callados
y cortejó su risa,
vio necesidad en el hombre sin palabras
y le habló,
vio fe en lo más hondo de la mujer
que afirmaba no tenerla
y se la volvió a encender con la suya.
Vio todas las cosas
con la pestaña del lobo,
todas las cosas verdaderas
y todas las cosas falsas,
todas las cosas que iban contra la vida
y todas las cosas que iban a favor de la vida,
todas las cosas que sólo podían verse
a través de los ojos de aquel
que pesa el corazón con el corazón,
y no sólo con la mente.

Así descubrió que era cierto lo que dicen, que el lobo es la más sabia de las criaturas. Si prestas atención, el lobo cuando aúlla hace siempre la pregunta más importante, no dónde está el alimento más próximo, la pelea más próxima o la danza más próxima,
sino la pregunta más importante
para ver dentro y detrás,
para sopesar el valor de todo lo que vive,
¿dóooonde estáaaa
el
almaaaa?
¿Dónde está el alma?
¿Dónde está el alma?
Sal al bosque, sal enseguida. Si no sales al bosque,
jamás ocurrirá nada y tu vida no empezará jamás.
Sal al bosque,
sal enseguida.
Sal al bosque,
sal enseguida.

Selección de “La pestaña del lobo”, poema original en prosa de C. P. Estés, copyright 1970, de Rowing Songs for the Night Sea Journey, Contemporary Chants.




sexta-feira, 12 de dezembro de 2014

... Dia de Tonantzin !






 Vem chegando dia! Dia! Dia! 
Vem chegando...




Coração já reconhece... alegria!!
Vem chegando dia!
Tua luz ...Como brilha...
Estrela que guia ♡
Tonantzin !









El Cantaro roto :



La mirada interior se despliega y un mundo de vértigo y llama nace bajo la frente del que sueña: 
soles azules, verdes remolinos, picos de luz que abren astros como granadas, 
tornasol solitario, ojo de oro girando en el centro de una explanada calcinada, 
bosques de cristal de sonido, bosques de ecos y respuestas y ondas, diálogo de transparencias, 
¡viento, galope de agua entre los muros interminables de una garganta de azabache, 
caballo, cometa, cohete que se clava justo en el corazón de la noche, plumas, surtidores, 
plumas, súbito florecer de las antorchas, velas, alas, invasión de lo blanco, 
pájaros de las islas cantando bajo la frente del que sueña! 

Abrí los ojos, los alcé hasta el cielo y vi cómo la noche se cubría de estrellas. 
¡Islas vivas, brazaletes de islas llameantes, piedras ardiendo, respirando, racimos de piedras vivas, 
cuánta fuente, qué claridades, qué cabelleras sobre una espalda oscura, 
cuánto río allá arriba, y ese sonar remoto de agua junto al fuego, de luz contra la sombra! 
Harpas, jardines de harpas. 

Pero a mi lado no había nadie. 
Sólo el llano: cactus, huizaches, piedras enormes que estallan bajo el sol. 
No cantaba el grillo, 
había un vago olor a cal y semillas quemadas, 
las calles del poblado eran arroyos secos 
y el aire se habría roto en mil pedazos si alguien hubiese gritado: ¿quién vive? 
Cerros pelados, volcán frío, piedra y jadeo bajo tanto esplendor, sequía, sabor de polvo, 
rumor de pies descalzos sobre el polvo, ¡y el pirú en medio del llano como un surtidor petrificado! 

Dime, sequía, dime, tierra quemada, tierra de huesos remolidos, dime, luna agónica, 
¿no hay agua, 
hay sólo sangre, sólo hay polvo, sólo pisadas de pies desnudos sobre la espina, 
sólo andrajos y comida de insectos y sopor bajo el mediodía impío como un cacique de oro? 
¿No hay relinchos de caballos a la orilla del río, entre las grandes piedras redondas y relucientes, 
en el remanso, bajo la luz verde de las hojas y los gritos de los hombres y las mujeres bahándose al alba? 
El dios-maíz, el dios-flor, el dios-agua, el dios-sangre, la Virgen, 
¿todos se han muerto, se han ido, cántaros rotos al borde de la fuente cegada? 
¿Sólo está vivo el sapo, 
sólo reluce y brilla en la noche de México el sapo verduzco, 
sólo el cacique gordo de Cempoala es inmortal? 

Tendido al pie del divino árbol de jade regado con sangre, mientras dos esclavos jóvenes lo abanican, 
en los días de las grandes procesiones al frente del pueblo, apoyado en la cruz: arma y bastón, 
en traje de batalla, el esculpido rostro de silex aspirando como un incienso precioso el humo de los fusilamientos, 
los fines de semana en su casa blindada junto al mar, al lado de su querida cubierta de joyas de gas neón, 
¿sólo el sapo es inmortal? 

He aquí a la rabia verde y fría y a su cola de navajas y vidrio cortado, 
he aqui al perro y a su aullido sarnoso, 
al maguey taciturno, al nopal y al candelabro erizados, he aquí a la flor que sangra y hace sangrar, 
la flor de inexorable y tajante geometría como un delicado instrumento de tortura, 
he aquí a la noche de dientes largos y mirada filosa, la noche que desuella con un pedernal invisible, 
oye a los dientes chocar uno contra otro, 
oye a los huesos machacando a los huesos, 
al tambor de piel humana golpeado por el fémur, 
al tambor del pecho golpeado por el talón rabioso, 
al tam-tam de los tímpanos golpeados por el sol delirante, 
he aqui al polvo que se levanta como un rey amarillo y todo lo descuaja y danza solitario y se derrumba 
como un árbol al que de pronto se le han secado las raíces, como una torre que cae de un solo tajo, 
he aquí al hombre que cae y se levanta y come polvo y se arrastra, 
al insecto humano que perfora la piedra y perfora los siglos y carcome la luz, 
he aquí a la piedra rota, al hombre roto, a la luz rota. 

¿Abrir los ojos o cerrarlos, todo es igual? 
Castillos interiores que incendia el pensamiento porque otro más puro se levante, sólo fulgor y llama, 
semilla de la imagen que crece hasta ser árbol y hace estallar el cráneo, 
palabra que busca unos labios que la digan, 
sobre la antigua fuente humana cayeron grandes piedras, 
hay siglos de piedras, años de losas, minutos espesores sobre la fuente humana. 

Dime, sequía, piedra pulida por el tiempo sin dientes, por el hambre sin dientes, 
polvo molido por dientes que son siglos, por siglos que son hambres, 
dime, cántaro roto caído en el polvo, dime, 
¿la luz nace frotando hueso contra hueso, hombre contra hombre, hambre contra hambre, 
hasta que surja al fin la chispa, el grito, la palabra, 
hasta que brote al fin el agua y crezca el árbol de anchas hojas de turquesa? 

Hay que dormir con los ojos abiertos, hay que soñar con las manos, 
soñemos sueños activos de río buscando su cauce, sueños de sol soñando sus mundos, 
hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco, ramas, pájaros, astros, 
cantar hasta que el sueño engendre y brote del costado del dormido la espiga roja de la resurrección, 
el agua de la mujer, el manantial para beber y mirarse y reconocerse y recobrarse, 
el manantial para saberse hombre, el agua que habla a solas en la noche y nos llama con nuestro nombre, 
el manantial de las palabras para decir yo, tú, él, nosotros, bajo el gran árbol viviente estatua de la lluvia, 
para decir los pronombres hermosos y reconocernos y ser fieles a nuestros nombres 
hay que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que remar siglos arriba, 
más allá de la infancia, más allá del comienzo, más allá de las aguas del bautismo, 
echar abajo las paredes entre el hombre y el hombre, juntar de nuevo lo que fue separado, 
vida y muerte no son mundos contrarios, somos un solo tallo con dos flores gemelas, 
hay que desenterrar la palabra perdida, soñar hacia dentro y también hacia afuera, 
descifrar el tatuaje de la noche y mirar cara a cara al mediodía y arrancarle su máscara, 
bañarse en luz solar y comer los frutos nocturnos, deletrear la escritura del astro y la del río, 
recordar lo que dicen la sangre y la marea, la tierra y el cuerpo, volver al punto de partida, 
ni adentro ni afuera, ni arriba ni abajo, al cruce de caminos, adonde empiezan los caminos, 
porque la luz canta con un rumor de agua, con un rumor de follaje canta el agua 
y el alba está cargada de frutos, el día y la noche reconciliados fluyen como un río manso, 
el día y la noche se acarician largamente como un hombre y una mujer enamorados, 
como un solo río interminable bajo arcos de siglos fluyen las estaciones y los hombres, 
hacia allá, al centro vivo del origen, más allá de fin y comienzo.



Octavio Paz.