CAPÍTULO 16
La pestaña del lobo
Si no sales al bosque, jamás ocurrirá nada
y tu vida jamás empezará
—No salgas al bosque, no salgas —dijeron ellos.
— ¿Por qué no? ¿Por qué no tengo que salir al bosque esta noche? —preguntó
ella.
—En el bosque habita un enorme lobo que se come a las personas como
tú. No salgas al bosque, no salgas por lo que más quieras.
Pero,
naturalmente, ella salió al bosque y, como era de esperar, se encontró con el
Lobo, tal como ellos le habían advertido.
— ¿Lo ves? Ya te lo decíamos —graznaron.
—Eso es mi vida, no un cuento de hadas, zopencos —replicó
ella—. Tengo que ir al bosque y encontrarme con el lobo; de lo contrario,
mi vida jamás podrá empezar.
Pero el lobo
que ella encontró había caído en una trampa, se le había quedado la pata
prendida en un cepo.
— ¡Socorro, auxilio! ¡Ay, ay, ay! —gritaba el
lobo—. ¡Socorro, ayúdame y te daré la justa recompensa!
—añadió.
Porque eso es
lo que hacen los lobos en los cuentos de esta clase.
— ¿Y cómo sé yo que no me vas a hacer daño? —le
preguntó ella, pues su misión era hacer preguntas—. ¿Cómo sé yo que no me matarás y me dejarás reducida a los puros
huesos?
—Mala pregunta —dijo el lobo—. Tendrás que confiar en mi palabra.
Y el lobo
reanudó sus aullidos y lamentos.
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
Sólo hay una
pregunta
que merece la
pena hacer, hermosa doncella,
¿dóooonde está
el
almaaaaaa?
—Oh, lobo, voy a correr el riesgo. ¡Vamos allá!
Abrió la
trampa, el lobo sacó la pata y ella se la envolvió con hierbas medicinales y
plantas.
—Oh, gracias, dulce doncella, mil gracias ——dijo el
lobo, lanzando un suspiro.
Pero, como
había leído demasiados cuentos que no debía, ella exclamó:
—Bueno, ahora ya puedes matarme, anda, terminemos de una vez.
Pero no fue
eso lo que ocurrió. En su lugar, el lobo alargó la pata y se la apoyó en el
brazo.
—Soy un lobo de otro tiempo y lugar —dijo. Y,
arrancándose una pestaña del ojo, se la entregó diciendo—: Úsala y procura ser sabia. De ahora en adelante sabrás quién es
bueno y quién no lo es tanto. Mira a través de mi ojo y lo verás todo con claridad.
Por dejarme vivir,
te ofrezco vivir
como jamás en tu vida has vivido.
Recuerda que sólo hay una pregunta
que merece la pena hacer, hermosa doncella,
¿dóooonde está
el
almaaaaaa?
Y así la doncella regresó a la aldea,
alegrándose de estar viva.
Y esta vez cuando ellos le dijeron,
“Quédate aquí y cásate conmigo“,
o “Haz lo que te digo”,
o “Di lo que yo quiero que
digas,
pero que todo quede tan en secreto
como el día en que viniste”,
la doncella tomó la pestaña del lobo
miró a través de ella
y vio sus motivos
tal como jamás los había visto.
Y la vez en que
el carnicero pesó la carne
ella miró a través de la pestaña del lobo
y vio que pesaba también su pulgar.
Y miró al pretendiente
que le decía “Soy el que te conviene“,
y vio que no le convenía para nada.
Y de esta manera y muchas más
se salvó
no de todas
pero sí de muchas
desgracias.
Pero, además,
con esta nueva visión, no sólo vio al astuto y al cruel sino que el corazón se
le hizo inmensamente grande, pues miraba a las personas y las volvía a calibrar
gracias al don que le había otorgado el lobo al que ella había salvado.
Y vio a los que eran verdaderamente buenos
y se acercó a ellos,
encontró a su compañero
y permaneció a su lado todos los días de su vida,
percibió a los valerosos
y se acercó a ellos,
captó a los fieles
y se unió a ellos,
vio perplejidad por debajo de la cólera
y se apresuró a disiparla,
vio amor en los ojos de los tímidos
y se inclinó hacia ellos,
vio sufrimiento en los callados
y cortejó su risa,
vio necesidad en el hombre sin palabras
y le habló,
vio fe en lo más hondo de la mujer
que afirmaba no tenerla
y se la volvió a encender con la suya.
Vio todas las cosas
con la pestaña del lobo,
todas las cosas verdaderas
y todas las cosas falsas,
todas las cosas que iban contra la vida
y todas las cosas que iban a favor de la vida,
todas las cosas que sólo podían verse
a través de los ojos de aquel
que pesa el corazón con el corazón,
y no sólo con la mente.
Así descubrió
que era cierto lo que dicen, que el lobo es la más sabia de las criaturas. Si
prestas atención, el lobo cuando aúlla hace siempre la pregunta más importante,
no dónde está el alimento más próximo, la pelea más próxima o la danza más
próxima,
sino la pregunta más importante
para ver dentro y detrás,
para sopesar el valor de todo lo que vive,
¿dóooonde estáaaa
el
almaaaa?
¿Dónde está el alma?
¿Dónde está el alma?
Sal al bosque, sal enseguida. Si no sales al
bosque,
jamás ocurrirá nada y tu vida no empezará jamás.
Sal al bosque,
sal enseguida.
Sal al bosque,
sal enseguida.
Selección de
“La pestaña del lobo”, poema original en prosa de C. P. Estés, copyright 1970,
de Rowing Songs for the Night Sea Journey, Contemporary
Chants.
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